viernes, 3 de octubre de 2008

JESUCRISTO: UN PERFECTO MAROMERO

La cruz ha sido históricamente símbolo de fe. Sin embargo, para la pluma creadora de Luis Vidales, esta se convierte en el motivo principal que estructura su poema “Cristología”, el cual ironiza la imagen sagrada del hijo de Dios, reduciéndolo a la condición de perfecto maromero.

Desde la perspectiva del carnaval, la literatura –particularmente una porción de la literatura de la Edad Media y del Renacimiento– degrada las imágenes canónicas a un plano terrenal, las despoja de su sentido inicial y les atribuye otro contrario. Por ello, dichas imágenes ofrecen una liberación transitoria ante lo dominante, brindan una visión del mundo, del hombre y de las relaciones humanas totalmente diferentes a las imperantes[1].

Bajo la lógica de las cosas “al revés” y “contradictorias”, “Cristología” recrea la figura de Jesucristo. En este sentido, la exageración es el recurso formal empleado por Vidales para lograr su carnavalización. Muestra de esto es la cruz, en tanto ya no representa una figura ante la cual los creyentes se persignan, oran y realizan todo un ritual para una divinidad, sino es una trampa mortal para cazar al “salvador” de los hombres.

La exageración también se manifiesta cuando la voz poética establece las razones por las cuales Jesucristo huye constantemente de las cruces. Esta figura retórica hiperboliza las dimensiones de una “condecoración” que le pusieron en otrora. Así, este instante deja de ser el momento cumbre en el cual el hijo de Dios ofrenda su vida para salvar a la humanidad y se convierte en el motivo que desata la actitud circense del hijo de Dios.

Basado en los dos elementos anteriores, Vidales ironiza la imagen de Cristo. Este sarcasmo se expresa a través de la desentronización del lugar privilegiado que ha tenido Jesús a lo largo de la historia, y encuentra su sustento en el temor hacia las cruces y en una actitud esquiva hacia las mismas. Por esta razón, Jesucristo se convierte en un personaje caricaturesco, que abandona sus fieles y no los aconseja como normalmente lo había hecho por los siglos de los siglos.

En suma, la ironización experimentada por el primogénito de Dios en “Cristología”, devela cómo Jesucristo también sufre las consecuencias de la condición humana. Por ello, el rotulo de “perfecto maromero” trastorna los sentidos comunes a los que refiere esta santa figura y propicia la risa como expresión fiel de un poema propio del carnaval.

[1] Bajtín, Mijaíl. La cultura popular en la edad media y el renacimiento, el contexto de Francois Rabelais. Alianza Editorial. Madrid. 2002, pág 11.

Gabriel Bermúdez

Vidales, Luis. “Cristología”. En: Suenan Timbres [1926]. Bogotá: Colcultura, 1976.

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