miércoles, 14 de enero de 2009

JAM SESSION DE ROBERTO RUIZ ROJAS: ¿ACASO UNA RADIOGRAFIA TEXTUAL DE NUESTRAS APETENCIAS?

A medida que avanzaba en la lectura del relato del escritor Tolimense me fue imposible no remitir mi mente- en especial mi oído- a las inolvidables descargas musicales ejecutadas por Richie Ray, la orquesta de Ray Barreto, o el “rey de los timbales”, Tito Puente, en los contagiosos años setentas. Y es que el cuento de Ruiz es eso: “JAM SESSION”. Un anglicismo que traducido al español significa: “Composición de melodía aprovechando el talento improvisado de cada músico”.

En este caso el director de la “masacre melódica” mimetizada en narración es, en palabras de César Valencia Solanilla: el escritor, político, libelista, intelectual, nómada y bohemio, por citar solo algunas de las virtudes o defectos del fenecido maestro Ibaguereño. Un personaje que a través de sus letras contribuyó a dotar de alas universales a la agotada literatura regional que había estado imbuida por mucho tiempo de costumbres y devenires provincianos.
Claro está que no se puede negar la influencia que brinda cada momento histórico, social y cultural para la consolidación de una tradición literaria, si es prudente hablar de ésta en el Departamento del Tolima. Pero es que en el caso del cuento reseñado se observa ese intento de progreso narrativo en aspectos que según el mismo Valencia Solanilla, hacían de Roberto Ruiz un escritor representante de la modernidad narrativa, no sólo en el Tolima sino a nivel Nacional.


Lo anterior se plasma en el cuento en aspectos tales como: la posibilidad de universalidad de la narración, el tratamiento de temas que exigen la configuración de un cronotopo distinto; el empleo de vocablos que componen códigos como la música, y el cambio de focalización para dotar de vertiginosidad a la diégesis; son algunas muestras de ese reto que el escritor proponía frente al paquidérmico entorno cultural de la época.

Ahora bien, al leer “JAM SESSION” es como si el mismo Ibaguereño ilustre estuviese deambulando inmerso en la trama que se teje. Es una narración ágil, despojada de reflexiones profundas y tropos fulgurantes; no se detiene en caracterizar a los personajes, y le ahorra saliva y pupila al lector en cuestiones de delimitación topográfica. Son cuatro los personajes - tres hombres y una mujer cuyos nombres no interesan para el desarrollo de la trama - quienes envueltos en un frenesí melómano, etílico y sexual, llevan en su trasegar citadino, las banderas del hedonismo.

El cuento del autor Tolimense va conformando su red de significación por medio de la mezcla de registros lexicales que representan una especie de cosmopolitismo: “Total que sobró plata y al ver el colorido del Key’s club, que quedaba un poco más abajo y llevaba sólo tres días de abierto, y oír como sonaban los tambores de Krupa en los bafles (…) y nos puso la botella encima de la barra y sí, decía Rhum de Bourdeaux(…) (157)

En definitiva, podemos decir que el cuento en mención permite incluso al mismo autor hacer gala de su erudición y nomadismo, al dotar a sus personajes de apetencias mundanas, sin preocupación alguna. La fugacidad, el goce (da lo mismo ser anodino en la ciudad para pasarla bien) pareciera querer vociferar la pluma irreverente de Roberto Ruiz Rojas.

JOSE ALEJANDRO LOZANO CARDOZO
Alejocar23@yahoo.es

Ficha del libro: Roberto Ruiz Rojas. Historias de amor y desamor. Ibagué: Instituto Tolimense de Cultura, 1981

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