martes, 10 de febrero de 2009

VIOLENCIA FICCIONALIZADA EN “MAS ALLÁ DEL INFIERNO” DE LIBARDO VARGAS

La agresiva expansión de latifundio, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, la confrontación bipartidista, las operaciones militares contra las denominadas “repúblicas independientes” y la posterior creación de grupos insurgentes, han sido temas y motivos de algunas obras de la literatura colombiana, las cuales han encontrado su mayor manifestación en la narrativa, como el cuento “Más allá del infierno”, del profesor y escritor tolimense Libardo Vargas.

En “Más allá del infierno”, el escritor, privilegiando un narrador en tercera persona, relata la historia de un joven reclutado forzosamente por la insurgencia, quien después de recibir el entrenamiento necesario, inmiscuirse en las labores de la guerra y asumir la vida guerrillera, propicia, a través de la música, la transformación y desmovilización del grupo de rebeldes.

El desarrollo de la historia se encuentra matizado –entre otros– por dos elementos centrales: el trabajo con el lenguaje y algunas alteraciones temporales. Estos le permiten a Libardo Vargas –como lo afirma Augusto Escobar Mesa, en su texto Literatura y violencia en la línea de fuego– rebasar la reflexión adherida a la realidad histórica, ligada a los hechos cruentos y sugerir un nivel de reelaboración y ficcionalización de un tema derivado de las tensiones de una época.

El trabajo con el lenguaje es apreciable desde las primeras líneas del cuento. En el siguiente fragmento, el escritor pone de manifiesto que la exageración y la designación de la realidad por medio de otra, configuran una prosa alejada de lo trivial, la cual posibilita una descripción de los rasgos más destacados del personaje principal y de un hecho propio de la vida insurgente: vigilar.

“Tenia menos de quince años y los ojos bien abiertos, capaces tal vez de reconocer entre la noche tupida los gestos de un rostro agónico o el circulo que dibujaba un insecto. También sus oídos tenían gran agudeza, lograban percibir desde los leves forcejeos de las crisálidas por alcanzar su libertad, hasta el crujido de pequeños tallos aplastados por pasos sigilosos. Ahora avanzaba con su marcha gatuna retando por entre árboles, concentrado en el próximo paso para evitar las especulaciones de la imaginación” [68].

Asimismo, las siguientes líneas corroboran lo anterior: la presencia de la metáfora como recurso principal para narrar y describir determinados hechos susceptibles de ser abordados con la simplicidad que ofrece el lenguaje.

“Era su primer encuentro con la incertidumbre. Todos viajaban arañándole el silencio y la oscuridad. Nadie se había quedado resguardando las provisiones. Marcha de cuatro horas por entre los pliegues de la noche. Único objetivo, apagar las luches que titilan a la distancia, tomarse las calles desoladas del pueblo y arrancar de raíz las paredes del puesto de policía” [71].

El empleo reiterado de imágenes –el cual se aprecia a lo largo de la narración–, develan un intento por despojar al lenguaje de su sencillez y ofrecerle al lector una intención ficcionalizante, alejada de cualquier pretensión objetivista.

En cuanto a las alteraciones temporales, se pueden apreciar breves quiebres con la linealidad. Por ejemplo, cuando el escritor apela a algunos verbos en pasado advierten este tipo de rupturas:

“No lo había dudado cuando se decidió su partida, no hubo despedida, simplemente ir tras ellos sin observar los labios apretados de la madre y la pupila dilatada del viejo que prefirió recorrer con la mirada las copas de los árboles vecinos. No había escogencia y sus hermanos menores reían con una timidez entremezclada de orgullo. Nos lo llevamos, ya puede ser útil, fue lo único que dijeron y todos sabían que era una orden que no podía ser discutida” [69-70].

Estas alteraciones le permiten a Libardo Vargas separar el tiempo de la historia con el tiempo del relato, es decir subvertir la sucesión lógica de los eventos y controvertir la lectura lineal. Por esto, la transformación operada en un individuo, quien a su vez representa un colectivo, se ve signada por unos eventos que la anteceden, los cuales están diseminados en algunas partes de la narración, obligando así al lector a realizar una organización del material. De esta manera, hay una ruptura con las estructuras secuenciales que definieron ciertas obras que trataban la violencia y, con ello, un nivel de reelaboración de un hecho particular inscrito en un momento histórico agudo.

Los elementos anteriores le otorgan cierta valía a la propuesta estética sugerida en “Más allá del infierno”; fundamentalmente, porque Libardo Vargas revitaliza un tema abordado desde la mimesis y lo recrea a partir ciertos recursos literarios.


Gabriel Bermúdez

Ficha del Libro: Vargas Libardo. Mas allá del infierno. Bogotá: Pijao Editores, 2004

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