martes, 7 de abril de 2009

“EL REGRESO DEL CAPITÁN” Y “EL ESPEJO DE MONSIEUR BAUDELAIRE” DEL TOLIMENSE CÉSAR PÉREZ PINZÓN.

En la narrativa Tolimense es satisfactorio encontrar producciones que intentan subvertir el estancamiento del desarrollo cultural del departamento y el país; dichos artefactos literarios invitan al cambio de manera seductora e imponen retos a todos aquellos que, de alguna u otra, forma hacen parte de los círculos académicos y culturales, tanto a nivel local como nacional.

Son propuestas que desean transgredir la tradición, y se convierten en materia prima para explicar la evolución y consolidación de un corpus literario. Tal es el caso de César Pérez Pinzón, quien dotó a la mayoría de sus producciones narrativas de una cuidadosa elaboración lingüística, de una preocupación por alternar técnicas poco convencionales y recrear conflictos que se anclaban en lo citadino.

“El espejo de Monsieur Baudelaire” y “El regreso del capitán” están incluidos en el libro titulado Hijos del fuego: son muestras literarias que podrían perfectamente inscribirse en un contexto universal e interpretarse a la luz de la modernidad narrativa, por las temáticas, las técnicas, el marco narrativo y el empleo de diálogo constante con otras obras.


En la propuesta de Pérez Pinzón, se nota la construcción de historias complejas, de tramas imbricadas, la alternancia de técnicas que recurren al extrañamiento, el índice falso y al legado histórico-cultural. Esto puede ocasionar conflictos al lector, quien necesariamente debe volverse cooperador para comprender ese enciclopedismo hábilmente trabajado y superar los niveles de una comprensión lectora elemental que puede llevar al desencanto y al abandono de los cuentos.

Es una prosa que explota el revestimiento del signo, en palabas de Alfonso Cárdenas Páez, es decir, rompe los limites entre lo real y lo ficcional, tras presentarlo en palabras que instauran una imagen densa y bella. A esto, Pérez Pinzón, suma personajes y hechos históricos veraces, pero transfigurados, reelaborados y presentados como producto del arte de la composición literaria.

En “El espejo de Monsieur Baudelaire”, por ejemplo, aparecen dentro de ese universo hábilmente ficcionalizado, seres de carne y hueso, como Edgar Allan Poe, Paul Verlaine, Stendhal y hasta el propio Baudelaire; figuras trascendentales, universales, brillantes, pero con el sino común de tener vidas conflictivas y destinos aciagos. En una palabra: malditos.

El cuento es una biografía ficcionalizada (de Baudelaire y Poe), acompañada por la constante divagación y autoconsciencia sobre el proceso de escribir. Estos rasgos están relacionados con la que se considera metaficción narrativa, pero tal vez no pueden etiquetarse como posmodernos, pues de tiempo atrás se encuentran dichas particulares en muestras literarias.

El libro en general no es un ejercicio de egocentrismo enciclopédico del autor, incluido forzadamente en el tejido narrativo, sino que expresa la habilidad para poner a dialogar íconos de la denominada alta cultura en diversos planos narrativos, apelando a la intertextualidad, la variación de narradores y la exposición de conflictos internos.

Es pues, tan valiosa la propuesta, que la misma narración parece esconderse, reinventarse, retar al lector tras mostrar un paralelo entre las vidas de Poe y Baudelaire para ocultar, entre estos personajes, hasta el mismo narrador.

Por otro lado, “El regreso del Capitán” es presentado por un narrador omnisciente que explora hábilmente la conciencia de los personajes y otorga, cuando es absolutamente necesario, la voz narrativa a los mismos; el cuento trata de la vida de un capitán de barco en su trasegar por el mundo marítimo.

Es una narración construida a través de recuerdos que muestran el comportamiento de los personajes en el presente de la historia. Las acciones de este cuento son bellamente configuradas, con el empleo de figuras literarias cómo el símil, la hipérbole, la personificación, entre otros recursos que alimentan al relato de frescura, fluidez y magia. Podríamos tan solo observar un ejemplo: “Ahora, en la madrugada ante un mar que respira un sueño apacible” (14).

Los recursos retóricos se complementan con la destreza del escritor para presentar, en un mismo plano, lo verosímil y lo inverosímil, por medio de la ensoñación, la evocación y la alucinación, para dotar al cuento de una magia contagiante.

Pero dicha sensación se convierte en la exposición de un dramatismo interno, y poco a poco esa belleza recreada en el marco narrativo se convierte en síntoma de nostalgia, desespero, soledad ante la errancia que choca con la esperanza y la resignación; es una eterna búsqueda por hallar el objeto de deseo.

Los espacios son importantes para el desentrañamiento de los sentidos: Mariupol y Berdichev son lugares que hacen parte de la infancia del escritor Joseph Conrad, quien puede ser el mismo capitán, o lo es, en la ficción narrativa. A estas pistas dadas desde el espacio se suma la constante mención de “Jessie” la compañera del errabundo capitán y acaso, posible esposa de Conrad, el escritor.

El peso de la narración -aparte de recaer sobre la figura del capitán- también está en James Wait y la obsesión de Conrad por la vida marina ha hecho que esos personajes creados sean los miembros de su tripulación que erra por los mares. Es una relación entre inventor-invención en la que esta última adquiere una autonomía sorprendente, y termina reflexionando acerca de su génesis, acerca de lo que la rodea; así mismo, se introducen personajes provenientes de otras producciones: Jim, por ejemplo, es un ser de una novela de Conrad que se incluye en el cuento.

Tal vez lo que más podemos destacar en estas producciones, es la recurrencia a relaciones que, desde Genette, se consideran como transtextuales y que se entienden “como la trascendencia textual del texto que lo pone en relación, manifiesta o secreta, con otros textos” 2. En “El regreso del Capitán” confluyen, por ejemplo, hechos históricos: desde el hundimiento de El Titanic hasta la batalla de Waterloo.

Es un collage literario donde aparece el mismo Joseph Conrad y su afición por el mar, atrapado por la soledad, hecho personaje de relato pero titiritero de sus creaciones. Por ello se hace necesario, para interpretar el cuento de César Pérez, tener presente las relaciones con otras obras. Estos enlaces textuales podrían interpretase como un humilde homenaje de Pérez para con Conrad -tal vez uno de sus padres literarios- , podría verse como ese deseo de consolidar propuestas narrativas alternativas que dan a conocer a su vez, obras como la del escritor polaco.

En resumidas cuentas, es notable el efecto producido por el cuento a partir del cambio de narrador y de focalización para presentar la vida del capitán del barco, de Conrad, y la búsqueda de sus objetos de deseo, pese a que en la narración se menciona por medio de la omnisciencia y la voz del propio Conrad de papel. Ambos cuentos muestran a un escritor que dejó la madurez de su intelecto en obras de un enciclopedismo profuso y que se convierte en un referente, tanto de la narrativa colombiana, como de la del Tolima.


JOSÈ ALEJANDRO LOZANO CARDOZO
Alejocar23@yahoo.es

Ficha del libro: Pérez Pinzón, César, “El regreso del capitán” “El espejo de Monsieur Baudelaire”, En: “Hijos del fuego”, Bogotá, Alcaldía mayor de Bogotá, Instituto de cultura y turismo, 2002.

NOTAS 1. Gerard Genette: Palimpsestos: la literatura a la segunda potencia (págs. 53-62), Madrid, Taurus, 1984.

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