viernes, 22 de mayo de 2009

EN EL RÍO DEL TIEMPO DE FERNANDO VALLEJO. LOS DIAS AZULES DE SU NIÑEZ

He seguido de cerca lo que se dice de Fernando Vallejo en la actualidad; dicen del antioqueño, comentarios desmesurados entre los que se hallan los siguientes: un “marica quejetas”, resentido social, apátrida, escéptico elocuente, escritor y pensador colombiano (¿o mexicano?) excelso, acérrimo defensor de animales, admirable pianista, científico de gran altura, hijo perdido del ateísmo, visionario. En fin, sobre este punto, las consideraciones son diversas, frente a un personaje polémico que causa total admiración o antipatía entre los lectores actuales.

Dadas estas circunstancias, pienso hacer un ejercicio cercano –desde lo que esté al alcance y sin el ánimo de vanidades– a la exploración literaria de Vallejo, tomando como referencia
El río del tiempo, un intento autobiográfico del escritor, en el cual se encuentran algunos rasgos de identidad propios, y se propone una caracterización idónea del contexto en donde se desenvuelve como ser.

Cabe advertir que El río del tiempo es un texto de más de 700 páginas, que encierra siete novelas de las cuales aquí se hablará de la primera: Los días azules. En este título se cuenta la niñez de Fernando Vallejo; más exactamente, de cómo fue creciendo en medio de una familia llena de contrastes y de una sociedad “paisa” que, desde su adolescencia, comenzó a criticar por abusadora e hipócrita.

“… Y los vecinos, sin que los viéramos, viendo…Ojos por todas partes, detrás de las rendijas, muy abiertos. Ojos indiscretos viendo, espiando. Doña Marta, la señora gorda de enfrente, se asomaba: “¿Aún no ha pasado el lechero?, preguntó al aire la fisgona atisbando, con disimulo. ¡Qué lechero ni qué lechero! ¡Pretextos! Para echar miradas disimuladas.” (pág. 33)

Las menciones que hace permiten imaginar la fuerte influencia que tuvo de personajes reales para arreciar en un momento determinado de su vida. En este punto cabe aclarar que Fernando avanzó ostensiblemente en su forma de percibir el mundo, gracias a los interrogantes e inquietudes que planteaba ante la realidad. El niño mantenía preguntando por todo lo que veía, escuchaba, sentía, hasta el punto de impacientar a sus allegados.

Se revelan, asimismo, algunas figuras cercanas e influyentes en su personalidad, como la del tío Ovidio, sus abuelos y su padre. De hecho, en esta parte del libro, Vallejo cuenta su niñez a “alguien”–presumiblemente a un psiquiatra– de quien espera le revele algún sentido de su personalidad, pues dicho personaje anónimo, con frecuencia le interroga por sus recuerdos. Posterioremente es Bruja, su perra acompañante, quien escucha todo aquello que el escritor desea dar a conocer de su pasado.

En tanto llegamos a El Carmelo, Bruja, tú que me entiendes, óyeme este sueño mío, que debe quedar entre tú y yo… (pág. 128)

Son los signos de los nuevos tiempos, Bruja, de una vieja y siempre nueva ruindad (pág. 129)

Los días azules expresan las costumbres y tradiciones de los antioqueños. Se hacen descripciones detalladas de esas épocas festivas de recogimiento, como las de diciembre, en donde Fernando era feliz celebrando la nativididad. Asimismo, da cuenta de la estancia de la familia Vallejo Rendón en algunos barrios de Medellín y sus alrededores, debido a sus constantes desplazamientos, como es el caso de la apacible Santa Anita, hacienda que Fernando recuerda con gran nostalgia porque en ella vivió con deleite su niñez.

En la parte íntima, Vallejo expresa algunos pasajes de su corta vida, donde se enamoró de una mujer; al respecto el autor dice:

“Mi amor desesperado la buscó por todo el barrio. Nunca la encontró. En vano esperé verla aparecer en misa de siete, de ocho, de nueve, de diez, de once, de doce. Un domingo, otro, otro…Nunca apareció. Mi vida ahora, lo sé bien, habría sido muy otra de haberla encontrado: tan distinta como el destino de Europa si Napoleón no hubiera perdido en Waterloo. Pero perdió” (pág. 65)

En suma, podría decirse que Los días azules son un capítulo de infancia Vallejiana. La evocación de una etapa marcada por la inquietud y la interacción son claves para entender un poco el pensamiento del escritor. Lo consignado aquí tendrá en un momento determinado, la preponderancia de ser parte de una historia contada con la más plena melancolía.

Ficha del libro: VALLEJO, Fernando. El río del tiempo. Bogotá. Editorial Alfaguara. 2003

Juan Carrillo
juanelcaibg@hotmail.com

1 comentario:

  1. me encanta este libro, esta muy bien redactado porque cuenta todo ese suceso de la vida de el y por todo lo que tuvo que pasar, ademas alli podemos apreciar muchas de las cosas que se presentan en nuestra vida cotidiana.

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