miércoles, 1 de julio de 2009

RUBÉN DARÍO Y LA SACERDOTISA DE AMÓN

Con cada novela que leo de Germán Espinosa me convenzo que ha sido uno de los escritores más importantes de la literatura colombiana; conocido por La tejedora de coronas, Espinosa ha dejado una serie de novelas que abordan diferentes temas, y en las que se desarrolla una escritura exquisita. Rubén Darío y la sacerdotisa de Amón es una de las últimas, publicada en 2003 por la editorial Norma.

La trama es atractiva: Rubén Darío viaja al Canal de la Mancha y se interna en la mansión de un amigo, en donde supone se alejará de un presente de preocupaciones maritales. Allí conocerá a unas extrañas personalidades de la aristocracia europea con las que compartirá sesiones de espiritismo, diálogos intelectuales e incluso una febril relación amorosa con la poetisa Marilú de Mezignan, quien le recuerda a la princesa Eulalia, musa de sus poemas.


Tras una serie de apariciones fantasmales que vaticinan una tragedia, el climax de la obra aparece: mientras hacen el amor, Marilú muere en los brazos de Rubén Darío; todos son sospechosos –incluso el propio escritor- pero gracias al poder de su inteligencia, el poeta nicaragüense logra resolver el enigma, relacionado con reencarnaciones –de seres y de odios- que traman crímenes.

Esta novela despliega dos momentos narrativos articulados alrededor de un tema: el enigma. El primero se revela en las sesiones de espiritismo en las que, con la mayor naturalidad del caso, se trata sobre apariciones fantasmales, almas de escritores y filósofos del pasado que encarnan en una médium con evidentes rasgos de atrofia mental. En este sentido, el narrador domina a la perfección las discusiones sobre fenómenos paranormales que se daban hacia comienzos del siglo XX en Europa, lo que hace que todos los eventos relacionados con este tema no se desnaturalicen.

Qué lejos se haya Germán Espinosa de quienes retoman la cuestión de lo sobrenatural para hacer de la literatura un discurso amarillista e insulso. Sin recurrir a títulos satánicos para cautivar lectores, el narrador de la novela hace un repaso por las diferentes corrientes espiritistas de la época, e incluso, con una sencillez encomiable, narra la aparición de un ectoplasma (emanación material de un médium) gracias a las artes esotéricas de Gustav Meyrinck. La documentación de Espinosa es palpable pero aparece en la justa medida para que el lector no se acompleje, y haga sus propias conjeturas sobre las premoniciones de las almas, al tiempo que degusta del lenguaje de la época, filtrado con virtuosismo en la novela.

El segundo momento narrativo –no del todo desligado al primero- tiene que ver con la resolución del crimen de la poetisa Marilú: el hecho de que, por las acciones y parlamentos desarrollados en la novela, todos los participantes de las tertulias sean sospechosos, hace más interesante la resolución del enigma.

Es aquí donde la figura de Rubén Darío se robustece: con una dedicación envidiable, el poeta nicaragüense agota varios textos míticos con los cuales resuelve el enigma del asesinato, y descubre que aquello que en un primer momento era una muerte en la febrilidad del sexo, se convierte en un complot, de almas que han transmigrado (la de Camilo Basili específicamente) y continúan odiando y desquitándose de quien alguna vez fue su victimaria (el alma de Marilú)

Con el final de la obra, se tiene una imagen de Rubén Darío acaso mejor que la de varias biografías: la de un ser apasionado y turbulento, sensible a los llamados del espíritu, con ademanes de aristócrata pese a su perfil indígena, y con una inteligencia suprema, tan aguda como la de los mejores detectives. La novela termina por ser una biografía literaria contada desde las técnicas de los relatos de misterio y policíacos; es la imagen plasmada en unas memorias de Ricardo Quintana, amigo de Rubén Darío quien narra todas las peripecias.


Por la tensión que mantiene, la forma como construye los personajes –varios de ellos de la vida real- el manejo de las técnicas narrativas y de un lenguaje que no traiciona la atmósfera de la época, e incluso por su carácter sintético, esta novela es una de las más recomendables en la reciente narrativa colombiana. Un brindis por Germán Espinosa, en donde quiera que esté.

Leonardo Monroy Zuluaga

Ficha del Libro: Espinosa, Germán. Rubén Darío y la sacerdotisa de Amón. Bogotá: Norma, 2003.




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