jueves, 24 de diciembre de 2009

UN PAÍS QUE SUEÑA DE AURELIO ARTURO

Tan misteriosa como la calidad lírica de Aurelio Arturo, es la llegada de este libro a mis manos. No recuerdo ahora de qué biblioteca de amigo lo rescaté, o quien, en un entrañable gesto, me lo regaló para que lo disfrutara. Lo he releído con un poco de esa inquietud que despiertan viejos buenos libros, que queremos redescubrir bajo el lente de las sensaciones actuales.

La edición es también extraña y creo ya descontinuada: pertenece a los Cuadernos de poesía del Instituto Colombiano de Cultura, y la versión que tengo la pueblan unas hojas amarillentas y en ocasiones mal cortadas. Preparada por Santiago Mutis Durán, esta edición cuenta con diez poemas y un prólogo alejado de terminologías académicas, como los que solía hacer el también poeta colombiano Fernando Charry Lara.

No quiero insistir en algunas de las valoraciones realizadas a la obra de Aurelio Arturo, aunque es importante tenerlas en cuenta: poeta que canta a la naturaleza con una extraña armonía, que nos recuerda las hojas y el viento, los ríos y salidas del sol, de un país recóndito, de ese sur de Colombia del cual provenía. Poeta sobrio, de una musicalidad tan certera como el mismo sonido de la naturaleza sin tocar, y tan preciso en las imágenes que es difícil no percibir, con todos los sentidos, los mundos que construye desde la palabra.

Quisiera ensayar aquí otra lectura, a la luz de las coyunturas actuales: gran parte de los poemas de este libro nos reconcilian, especialmente a los colombianos, con esa atmósfera campesina de una virginidad excitante, ese lugar de selvas inhóspitas y de bosques laberínticos que, querámoslo o no, se ha convertido en ocasiones, en refugio de los grupos ilegales. Esas “tierras de nadie” como las llama la voz poética, han sido manchadas hoy por la sevicia y la indolencia. Qué diferente es la mirada de Aurelio Arturo cuando desde sus versos afirma:

Oíd el canto dulce de las tierras de nadie.
Tanta belleza es cierta, viva, sensual,
Sencilla,
No obstante, todo aquí habla de otras
Tierras más dulces,
Todo es aquí presencias y hablas de
Maravilla

Estas imágenes con las que inicia el libro, dan un nuevo y a la vez mítico matiz a esas zonas olvidadas de nuestra geografía, en las cuales se deteriora la vida de cientos de colombianos. Parece un país imaginario, lleno de la armonía de los cantos de las aves, del sonido de la lluvia sobre las ramas de los árboles, o del ulular del viento en espesos ramajes. Es un país como “una casa grande entre frescos ramos”, una nación llena de “ilusorios países de la nube” un territorio en el que “los ríos bajan del cielo”.

¿Un país imaginario? Sólo si lo vemos desde este presente lleno de confusiones y conflictos, sólo si los salpicamos con el veneno de las armas y la vileza de las promesas incumplidas. Es un país irreal para quienes lo esquilman, lo utilizan como refugio de sus bajas pasiones o para quienes se lo disputan, sin respetar su grandeza y su misterio.

El país que sueña Aurelio Arturo no tiene nada de vana fantasía. Las palabras con las que lo expresa en este libro, nos reconcilian con el mundo del campo, y nos devuelven un recuerdo o la sensación de que aun tenemos mucho por ganar: un mundo de hojas frescas, de una tranquilidad irrompible y de muchos olores agradables.


Leonardo Monroy Zuluaga

Ficha del Libro: Aurelio Arturo. Un país que sueña. Bogotá: Colcultura, 1982.

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