sábado, 7 de mayo de 2011

SUEÑOS PARA UNA SIESTA

Desde el título de esta novela nos hacemos intuiciones sobre lo que corresponde a cada uno. Si bien la siesta es un pequeño descanso, en esta también podemos esperanzarnos, revelarnos o  ilusionarnos con cada sueño que se mantiene presente en el momento de angustia.

“Sentir que la vigilia es otro sueño\Que sueña no soñar…” estas palabras de Borges son adecuadas para mirar en la novela del escritor vallecaucano  José Cardona López y hacer un espejismo de nuestros deseos en los personajes, que pueden llegar a atraernos con sus pensamientos, humor, decepción, angustia.

La novela comienza con Jonás, -doble del personaje bíblico-, un comerciante y fabricador de jabones que se distribuían en toda la ciudad. El cáncer lo hace dejar el negocio a su esposa Hofelia, quien después se nombraría ella misma Madame de Rochas; aquellos dos nombres funcionan en la novela  como una reciprocidad en distintas características.  Esta mujer no pretende continuar con el negocio y decide  parar las fabricaciones del aroma de camias. Para pasar sus ratos de amor y ocio, envía medidas exactas  de su esposo a los Estados Unidos para que realicen un muñeco inflable a quien más adelante llamaría el Amante Infinito.

Rubén Candelo Montealegre Jaramillo Baena o´Donojú “combatiente de Corea y no veterano porque veterano es el viejo y yo no soy viejo…” (pág. 11). Este personaje es un soldado de sangre azul española que quiere dejar en lo alto su apellido, pero en el canto, ya que para la guerra no ha sido deslumbrante. El  conflicto armado  (como todos) ha dejado huellas imborrables en él; los traumas se hacen presentes cuando escucha o recuerda lo sucedido con la guerra de Corea  y la segunda guerra mundial. Después lo llamarían La Voz que Besa.

Lucrecia Dedos de Ángel, Maité La Venus de Amaime, La Sexigente, Sixta la Siemprelista, Irma Puerto Loco, Virgopotes (esta última la más joven que después de un incidente con sus creencias y arrepentimiento  la llamarían Virgo en Potes). Todas ellas y más son las que trabajan en el lugar de citas de la proxeneta Zulma o Mamá Pompeya. Este sitio no es una Whiskería común, ni un puteadero lúgubre como muchos lugares colombianos. El lugar no sólo llama la atención por la belleza de sus mujeres y tragos, sino que “Más que nada con la clientela, hay que educarla también.”(pág. 45). 

En “Coreografías Ipanema” se presentan espectáculos de carácter  dramático, poesía, crítica al Estado … es un lugar para quién gusta de un relajamiento de alma antes de someter al cuerpo a las lascivias de la pasión, porque en ello también  por un poco más de dinero, las meretrices satisfacen los caprichos de los clientes. Cabe decir que hasta un asiático  debe  pagar la cifra más alta para sus deseos enfermos.

Todas estas historias vienen a parar a “Coreografías Ipanema.” Ninguna está suelta, no es casualidad que se encuentren todos estos personajes en un sólo ambiente tan hermoso, musical  y erótico, que rememora la época griega, donde, para los hedonistas,  el placer era una forma de llegar al conocimiento.

Por un lado Madame de Rochás termina en una amistad con Rubén, pero por una traición de él, esta mujer, muy al estilo Dostoievski, empieza a traumatizarlo con la tensión de la culpa, la presión psicológica; pero la venganza es más doliente, por quitarle lo más querido: su eterno amante.  Sin embargo, Hofelia decide hacer también un espectáculo con su muñeco. Y Rubén en sus traumas anuncia una tercera guerra mundial, en la cual  incursionan muchas naciones. 

A través de estos sueños, pequeños, enormes, sucede que la guerra ha llegado a la ciudad, tal vez al país. Las grandes explosiones no se hacen esperar y “Los hospitales están taqueados de heridos,” (pág. 199). El lugar, la ciudad, se ha convertido en un caos: todos los sitios y los convenios que ha tenido “Coreografías Ipanema” están en la miseria; ya no hay espectáculos, la mayoría de las muchachas, como las llama Zulma, se han ido o quieren reivindicarse con sus vidas, la guerra y sus esquirlas causan temor y temblor. El dolor empieza a quebrar el lugar, ya no se puede capturar los deseos, todos están rotos, sólo queda que el lector reconstruya venganzas, amores  que se han ido perdiendo y no terminar siestas para un sueño.

LUIS FERNANDO ABELLO
Ficha del libro: Cardona López, José. Sueños para una Siesta. Bogotá: Editorial la Oveja Negra Ltda., 1986. 

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